La bahía de Halong
Siempre he escuchado que Colombia es un sitio privilegiado en cuanto a su riqueza natural y hermosos paisajes, este es también el caso de Vietnam, un país que hemos encontrado fascinante y muy similar a Colombia no sólo en este sino en muchos aspectos.
Uno de los lugares mas asombrososde este cálido país es Halong Bay, una bahía sobre el Océano Pacifico que se caracteriza por una serie de montañas (casi dos mil) que brotan del mar. No son exactamente islas sino montañas que deslumbran por su altura, sus dramáticas paredes de piedra y su exuberante vegetación. Parecen dedos anchos que salen del mar formando una hermosa vista que no se repite en ninguna otra parte del mundo, por esta razón, es considerado patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Hoy en día, esta bahía es recorrida a diario por cientos de cruceros que ofrecen comodidad y confort a los miles de turistas locales y extranjeros que vienen a deleitarse durante uno, dos o hasta tres días de semejante paisaje. En nuestro caso, gracias a que el tiempo no es un ingrediente tan escaso, nos quedamos en el crucero dos noches y tres días, tiempo mas que suficiente para adentrarnos en esta maravilla de la naturaleza. El barco contaba con 16 cabinas elegantes y muy cómodas. Pipe selecciono la del extremo del barco que contaba con un cuarto de cama doble y una sala amplia donde había otra cama doble y una cama extra. Un baño con un pequeño pero divertido jacuzzi. La cabina tenia un balcón gigante, un privilegio que supimos aprovechar durante nuestra estadía.
La travesía a Halong Bay comenzó llegando al puerto de embarque luego de un viaje en carro de cuatro horas del cual terminados muy cansados pues Guadalupe no durmió ni un minuto pero si se mareo y vomito (pobrecita le heredo los mareos a la mamá). Ese ingrediente de la mareada fue bastante retador, pues sucedió a una hora de haber emprendido el viaje lo que significo que la van quedo oliendo horroroso durante las tres horas siguientes. Nada que con un poco de paciencia y mucha voluntad no pudiéramos sobrepasar. Al llegar al puerto caímos en cuenta que no teníamos suficientes pañales para los tres días de barco, por lo que a Felipe le toco salir, en el último minuto, en la moto de la señorita del crucero a comprar una paca que nos saco del aprieto. Embarcamos y empezó el itinerario que estaba lleno de actividad. Nos citaron al comedor donde el capitan, un joven vietnamita que hacia su mejor intento por hacerse entender en Inglés, nos explicó el tejemaneje del viaje y el itinerario. Hoy, viéndolo ya en el pasado, debo aceptar que mi nivel de nervios aumentó considerablemente, pues andar en un barco con mis hijos y especialmente con Guadalupe y Manuel me pusieron los pelos de punta. El solo asomarme por el balcón me generaba angustia de una caída de alguno. En la mesa del comedor mientras almorzábamos, decidimos entre todos poner reglas que nos ayudaran a cuidarnos: nadie podía salir al balcón solo, cada vez que una persona salía al balcón del cuarto debía dejar la puerta cerrada para que Guadalupe no saliera sola, ninguno de los hijos podía caminar por el barco solo, siempre en parejas (todo buscando disminuir mi ansiedad pero también evitando posibles accidentes… ¿seré muy exagerada?).
Nos avisaron que en 45 minutos saldríamos a nuestro primer tour hacia una aldea flotante. Felipe muy generosos se ofreció a quedarse con Guadalupe mientras ella dormía su siesta pues estaba muy cansada luego del viaje en el carro y el comienzo del viaje en el barco. Acertadamente, convinimos que semejante paseo no nos lo podíamos perder ninguno y decidimos llevar a Guadalupe.
Afortunadamente, a pesar de su agotamiento, disfrutó del paseo en el barquito que nos llevó a las casas flotantes que no sumaban mas de 20, en las cuales también había una escuelita. Quedamos todos atónitos de pensar como alguien podía vivir en una casa flotante, sin electricidad (solo tienen energía en los barcos) tan lejos de la ciudad y donde solo se podía transportar en barco, pero también quedamos fascinados con la belleza de la aldea y el encuadre espectacular de las construcciones de colores flotando en un mar esmeralda y rodeado de esas montañas tan impresionantes. Reflexionamos sobre la simpleza de la vida y que se necesita de poco para vivir feliz.
Después nos llevaron a visitar un cultivo de perlas -también flotante- donde nos enseñaron como se lograba que una almeja produjera una perla introduciendo una pequeña bolita en el centro con muchísimo cuidado y luego sumergiéndola de nuevo en el mar durante 5 o 7 años para luego extraerla. Además nos contaron como luego de todo el proceso y la espera solo el 10% de las perlas salen perfectas para poderlas vender. Me encantó que los niños vieran lo demorado y exigente del proceso, sobretodo porque hoy el mundo llama a lo inmediato y fácil.
Pasamos debajo de un imponente túnel que atravesaba una de las montañas y la silueta de las formaciones montañosas que se descubrían al salir de este, nos quito el aliento.
Después de ese tour tan hermoso nos llevaron a una hermosa playa donde pudimos bañarnos en el mar pero sobretodo agradecer el privilegio de poder estar en un lugar tan hermoso.
Regresamos al barco donde pedimos al capitán nos adelantara la hora de la cena para Guadalupe pues ya su cansancio no daba mas. Le di de comer en nuestro balcón mientras que Felipe aprendía a hacer “spring rolls vietnamitas" con los niños en la clase de cocina que ofrecía el barco.
A las 6pm los ojos de Guadalupe se cerraban con las ultimas cucharadas. La acosté y pudimos disfrutar los 5 de una comida en el barco con mucha paz. En la noche, los niños y yo aceptamos la invitación de ir a pescar calamares, sin éxito alguno. Debo recalcar que quedé bastante impresionada con la paciencia y perseverancia de Juan Martin que duró pescando casi dos horas, hasta que el capitan le dijo “sorry kid, no squids today” (hoy pienso que era una actividad que propone el barco mas para mantener a los pasajeros ocupados que para realmente pescar calamares).
Al siguiente día nos levantaron temprano para llevaros a una playa pequeñita en medio de las montañas. Disfrutamos el día entre playa, sol y mar. Aprovechamos para conocernos con algunos de los otros pasajeros con los cuales tuvimos conversaciones muy amenas. Una pareja de americanos, David y Faith de Nueva York, quienes andaban paseando por Vietnam y se encariñaron mucho con Guadalupe y asumieron el papel de abuelos durante el resto del viaje. También, un par de amigas , Grace y Anna provenientes de Australia, las cuales fueron muy amables con nosotros.
Fue especial ver a Felipe armarse de un chaleco, meterse en el mar y nadar unos 400 metros hasta La mitad de una bahía y se quedo alli un buen rato, rodeado de montañas y disfrutando de la imponente vista. Luego compartió conmigo que había sido un espacio único e inolvidable. No tenemos foto, pero ambos tenemos sellado en el fondo del alma, nuestra respectiva imagen. Igualmente gozó, junto con Juan Martin y Valentina de cuarenta minutos de Kayak por este mágico lugar.
Regresamos al barco de dia, uno más pequeño que nos había llevado hasta ese lugar para emprender el regreso al Barco principal, aproveché para dormir en una asoladora en la parte de arriba de la nave durante las casi dos horas que duró el trayecto. La maluquera que me acompañaría el resto del viaje en Halong Bay empezaba. Al llegar al barco me dopé con dos Dolex que me ayudaron a disfrutar de un hermoso atardecer en la cubierta del.barco y luego de la cena.
Pero creo que la comida del crucero, muy rica pero con mucho ajo y fritos causo en mi hígado estragos lo cual hizo que esa noche vomitara y añorara el baño de mi casa mas que nunca. Al siguiente día, al amanecer me sentía tan mal que no pude salir al último paseo que nos brindaba el crucero. Me quedé inmóvil en la cama ofreciendo mis maluqueras por la salud de mis hijos. Felipe, Manuel y Guadalupe asistieron a la clase de Taichi de las 6:30am para luego ir con Juanma y Valen a escalar una de las montañas y explorar una maravillosa cueva.
Al volver, me encontraron con cara de enferma y dado que nos tocaba empacar para dejar las maletas afuera del cuarto a las 9:30am todos nos pusimos manos a la obra. A los pocos minutos, mi estómago se volvió a retorcer enviándome de nuevo a vomitar. Decidí que Felipe y los niños terminaran de empacar siendo consciente que a veces las mujeres debemos dejarnos ayudar. Resalto el espíritu de colaboración generoso y maduro de todos los niños. Manuel entretuvo a Guadalupe con su ingenio y ternura mientras que Juan Martin y Valentina ayudaban diligentemente a Felipe a terminar de empacar las maletas para que quedaran del peso justo permitido por la aerolínea, habilidad que ya dominamos a la perfección. Subimos al brunch que nos ofrecía el barco, claramente, mi desayuno consistiría en te y pan. Me angustiaba el viaje de tres horas en carro que me esperaba y luego el de avión hacia Da Nang.
Gracias a DIos, a las oraciones de mi familia y a la bomba de sal de frutas y Dolex, me sentí mucho mejor y el viaje en carro fue un hit dado que Guadalupe durmió y mi dolor de cabeza cedió. Al llegar al aeropuerto, no hubo inconveniente con la chequeada y al rato nos embarcamos en el avión en el que habían muchos extranjeros, lo cual me confirmó que el lugar a donde híbamos seguramente era también hermoso. Llegamos, luego de una hora de buen vuelo, y decidimos coger dos taxis pues Felipe y Valentina se fueron al mercado para comprar algo para la comida y Juan Martin, Guadalupe, Manuel y yo seguimos rumbo a nuestro nuevo hogar en Da Nang, que ha resultado toda una maravillosa aventura en las playas espectaculares e inesperadas de Vietnam central, ¡catalogadas como una de las 10 mejores del mundo! (Más sobre este lugar en un blog futuro)
En conclusión, Halong Bay es un lugar de belleza privilegiada en el mundo. Cuenta con toda la infraestructura para ser conocido de forma muy confortable pero manteniendo aun lo exótico y rústico que nos encanta. Fue una hermosa experiencia a pesar de la maluquera y lo recomendaría a todos los que gustan de conocer los lugares de naturaleza mas asombrosos de nuestro planeta. Que privilegio el haber podido ver con nuestros ojos y en familia esta maravilla de la creación.
Gracias DIos mio.
Abrazos.
Pili.