Hanoi & Ninh Binh
Escribo este blog desde el vuelo Jetstar 525 que nos está llevando de Hanoi a DaNang después de 8 días en Vietnam, un poco menos de la mitad del tiempo que pasaremos en este gran país. Llegamos con temor, una vez más por ser un lugar totalmente ajeno y desconocido para nosotros y sobre todo por qué sabíamos que sería un gran contraste después de haber pasado casi un mes en el país del futuro: Singapur. Pasaríamos del orden al desorden, de lo organizado a lo caótico, de lo eficiente a lo ineficiente y de tener la capacidad de comunicarnos con fluidez a regresar al lenguaje de señas y el uso de Google Translate y eso, cuando se viaja con toda la familia, es difícil de digerir...
Salimos de Singapur tristes de dejar semejante paraíso, pero como siempre, expectantes e ilusionados con lo que nos deparaban los próximos días. Tomamos un vuelo de Vietnam Airlines que resultó bastante bueno y llegamos sin contratiempo al aeropuerto de Hanoi que resultó ser bastante más moderno de lo que estaba esperando. Quizás quienes viajan a Bogota por primera vez, perciben lo mismo al llegar al "Nuevo Dorado". La visa la habíamos tramitado online y debíamos ir a una ventanilla donde sellarían nuestros pasaportes. El trámite duro poco menos de una hora, pero se pasó rápido pues Pili jugó a la lleva y "1, 2, 3 Stop" con los niños mientras que yo conversé amenamente con dos colombianos que llegaban a Hanoi de trabajo y como siempre, fue divertido y "sabroso" encontrarse con compatriotas en semejantes lejanías. Salimos de inmigración y nos estaba esperando la van del Somerset, un maravilloso lugar que conseguimos en Hanoi, que es un complejo de apartamentos amoblados, pero con servicio hotelero, es decir con restaurante, buenos desayunos, room service y servicio diario de housekeeping. El apartamento era amplio, bien distribuido y perfecto para una familia como la nuestra. Después de venir de un lugar pequeño en Singapur, nos sentíamos "a nuestras anchas". Nos gustó tanto el concepto que ¡ya reservamos uno similar y de la misma compañía en Bangkok!
Cenamos en "casa" y nos fuimos a descansar. Al otro día nos preparamos para salir a descubrir esta ciudad. Íbamos asustados con todas las advertencias e instrucciones de cómo cruzar la calle en Hanoi, pues el tráfico es aterrador y hay millones de motos que -literalmente- serpentean entre carros, "ciclos" (sobre estos más adelante) y peatones. Las instrucciones eran cruzar la calle a un paso definido y sin parar, y no asustarse con las motos que lo van esquivando a uno en la medida que se va avanzando. Alguien inclusive me dijo "¡si le da mucho miedo solo cierre los ojos y camine a un paso definido!". En efecto la cantidad de motos era algo impresionante y la cruzada de la calle resultó ser todo un desafío al que rápidamente le "cogimos el tiro" íbamos tomados de la mano diciendo en voz alta "uno, dos, uno, dos, uno, dos" marcando el paso hasta que llegáramos a la otra acera. Al principio estábamos con pánico, especialmente Manu pero después de varias cruzadas ya nos daba era risa.
La ciudad es una inmensa metrópolis con casi 9 millones de habitantes, (muy parecido a la población de Bogota), y absolutamente auténtica y vibrante. Llena de actividad. El caos en las calles y su comercio dinámico y abundante (tipo san victorino) la hacen verdaderamente fascinante. Este cuadro súper urbano contrasta con varios Lagos y parques que le dan a la ciudad un sabor único. Hay un lago grande rodeado por un parque en todo el centro de la ciudad, con un hermoso templo en la mitad del lago en una isla, la cual, se conecta con la ciudad por un hermoso puente rojo tipo japonés.
Pudimos caminar alrededor del lago y conocer el templo y pudimos saborear ese exquisito contaste de naturaleza y ciudad. La experiencia de noche es preciosa pues la iluminación es absolutamente espectacular.
Además de las motos, hay miles de "ciclos" que son parte importante del servicio público de transporte y son unas bicicletas con una silla para dos personas al frente.
Dimos una vuelta de casi una hora en tres ciclos y nos gustó tanto que al otro día repetimos y volvimos q montar casi una hora, serpenteando por las calles del centro histórico, conocido como el quarter francés, donde cada calle lleva el nombre de lo que se comercializa en ella. Son 36 calles y hay calle de los faroles de papel, calle de las máscaras, calle de los juguetes y hasta ¡calle del pollo! En el pasado, el comercio respetaba esta division, pero hoy ya se consigue "un poco de todo" en cada calle aunque si predomina lo que su nombre indica.
Habíamos escuchado mucho de la comida vietnamita y habíamos podido tener un preámbulo en Bélgica, donde junto con Carolina Díaz y mi gran amigo Ashley Reid que vino desde Luxemburgo para cenar con nosotros, habíamos disfrutado de una deliciosa cena vietnamita.
La mujer colombiana que conocí en el aeropuerto de Hanoi a nuestra llegada me dijo: "si se atreven a comer street food, pues disfruten por qué acá está la mejor del mundo". Por eso, conseguimos un "Street food walking tour" y salimos con hambre a descubrir los sabores de la auténtica comida vietnamita. ¡Wow!, comimos delicioso aunque no dejaron de preocuparnos algunos de los lugares por su higiene.... Claramente Adriana Velasquez (con quien trabaje en Compass y velaba por la inocuidad de los alimentos que servíamos) no me hubiera dejado comer en varios de estos lugares. Pero al final, nos hicimos los de la vista gorda y gozamos de varios deliciosos platos. ¡Juan Martin, Valentina, Guadalupe y Manuel probaron con entusiasmo todo lo que nos servían!
Fuimos también al teatro de títeres en el agua, una tradición milenaria de Vietnam y fue un show precioso. Todos lo disfrutamos mucho. Había otro show que nos habían recomendado en el teatro de la ópera, pero desafortunadamente cancelaron las funciones de esa semana por lo que "nos quedamos con las ganas".
Hicimos también un tour por la ciudad con un guía que nos explicó parte de la historia de Vietnam. Visitamos un museo precioso que resalta la riqueza cultural y sociológica de este país. Aprendimos mucho y gozamos conociendo más sobre las costumbres y habilidades de los vietnamitas.
Pablo Largacha en Singapur me había hablado de Ninh Binh, un lugar al sur de Hanoi al que decidimos ir en el último momento y donde pasamos dos noches en un espectacular resort. Antes de llegar al hotel, visitamos unos templos milenarios preciosos que nos ratificaron la riqueza de la cultura y de la historia de Vietnam.
Pero lo que más nos gustó fue un paseo en un barquito pequeño por un río hermoso en medio de las más espectaculares montañas. Fueron dos horas en las que pudimos, una vez más, deleitarnos con la exuberante belleza de la naturaleza. Pasamos por nueve cuevas impactantes y cada vez que salimos de una nos sorprendía un lugar absolutamente mágico y magistral. Dejo que las fotos hablen por sí solas.
En el resort pudimos probar más comida vietnamita, que debo decir creo es de la mejor que hemos probado en todo el viaje.
Disfrutamos, especialmente los niños, de una hermosa piscina y pudimos dar una vuelta en bicicleta por los alrededores del hotel, en medio de más formaciones montañosas rocosas, cultivos de arroz y un río. Aprovechamos para hacer otro paseo en barquito de bambú, por este paraje natural que varias veces nos quito la respiración.
Termino afirmando que nos ha fascinado Vietnam y que lo estamos disfrutando inmensamente. Su gente es amable y feliz y pese a las diferencias obvias, los vietnamitas y los colombianos somos muy parecidos y por eso, creo, que también nos hemos sentido tan a gusto en estas tierras lejanas.
Un abrazo.
Felipe