Lourdes, Laus & La Sallette
Hola desde el carro camino a Paris. Dejamos Barcelona el 1 de julio, es decir hace 6 días. El tiempo vuela y se que en un abrir y cerrar de ojos estaremos extrañado estos seis meses, por eso es que en los momentos difíciles y en los increíbles hago el esfuerzo por recordarme que es un tiempo que aunque parezca largo, se pasará muy rápido.
Muchos aprendizajes, sencillos y otros menos sencillos.
Dejar Barcelona me dio guayabo. Es increíble como una casa se vuelve tu hogar en menos de dos semanas.Ya teníamos nuestra rutina, el cafe favorito donde comer un croissant de morir, ya conocíamos donde quedaba la estación del metro mas cercana así como el mercado. El señor de la tienda que me vendía lo que faltaba del día al lado de la casa me sonreía y me saludaba con familiaridad. Sara, la señora que nos encontrábamos en la misa diaria se volvió nuestra amiga. Ella tomó un especial cariño a Manuel a quien le trajo varias veces dulces (aunque la fecha de vencimiento fuera de hace varios años) y a mi me regalo una imagen de la Virgen del Pilar que llevo guardada en mi cartera y en el corazón. De Barcelona nos llevamos muchos recuerdos: el comenzar de nuestro maravilloso viaje, el acople, el mar, el caos de transporte, el genio de Gaudí, Montserrat, Rue de la Libertat 15 (la dirección de nuestro apartamento), la deliciosa comida y miles de momentos mas.
Emprendimos nuestro viaje en carro. Serian 6 días de muchas horas para visitar 3 de los santuarios Marianos donde nuestra Madre se ha aparecido (reconocidos por el Vaticano). Felipe estaba nervioso porque tenia grandes dudas si en el carro cabria todo nuestro equipaje, y acá quiero contarles que estoy muy orgullosa pues nuestro equipaje consta de 2 maletas, un maletín para zapatos, un maletín para computadores y 2 coches. Todo esto para seis meses y seis personas. ¡Esto para mi es un récord! Y gracias a DIos y a las horas pasadas por Felipe consultando por internet empresas de arriendo de carros, si cupo todo y cupimos todos.
Salimos para Lourdes y nos hospedamos en una casa de retiros de unas monjitas a diez minutos del santuario caminando. Pasamos dos días muy lindos donde bajamos un poco la actividad y nos centramos más en lo espiritual. A Lourdes, ya habíamos ido con Felipe, pero era la primera ve que híbamos como familia. En la gruta pasamos momentos muy especiales donde pusimos a todos aquellos quienes nos han pedido oración a los pies de la Virgencita.
Participamos en la peregrinación de la noche con las antorchas y aquí lo que más toca el corazón es ver cientos y cientos de camillas y sillas de ruedas que llevan a los enfermitos que tienen su fe puesta en la intercesión de su Madre del Cielo para una sanación tanto física como espiritual. Me encantó que los niños vieran a los jóvenes y niñas voluntarios que llevan a los enfermos y pasan parte de sus vacaciones sirviendo a los mas necesitados.
De Lourdes salimos con un corazón agradecido rumbo a el Foyer de Charite de la región de La Provence en Francia. En una montaña, a lo alto, solitario y hermoso. Salió a recibirnos, Maria Antoanette, una de las señoras que vive allí. Nos mostró el lugar el cual brilla por su sencillez y paz. Nuestros cuartos muy agradables y bastante más modernos que los de la casa de retiro en Lourdes. Eramos casi los únicos huéspedes y los niños agradecieron la libertad de caminar y explorar a sus anchas. Fueron dos noches acompañadas por dos días maravillosos de exploración de la Provence .
Los desayunos siempre sencillos pero hechos con mucho amor, importante anotar los huevos que nunca llegan pues no hacen parte del desayuno francés al cual nos estamos acostumbrando. Esto hace parte de una de las pequeñas enseñanzas que he ganado. Mis hijos no se van a desnutrir si no comen huevo algunos días, me impresiona que desayunen sin huevo o proteína, pero aprendo a agradecer lo que me dan y a relajarme un poco con la comida de los niños.
La región de la Provence nos pareció de lo más hermoso que hallamos visto. Cada pueblito tiene su encanto, lleno de flores y alegría. Paramos en un lugar alejado y nos comimos unos sandwich mientras cada uno pintaba su obra de arte al estilo Van Gogh. Fue muy lindo y aprendimos como en la simpleza de un rato pasado frente a una hermosa vista se consigue más paz y tranquilidad que en una tarde de spa.
AL terminar nuestra estadía en el Foyer y haber hecho amistad con Alex (el todero) y Maria Antonieta seguimos nuestro camino hacia el Santuario de Laus. EL camino fue largo aunque fueron sólo dos horas. Como somos viajeros sin experiencia pensamos que al llegar al santuario, siendo uno de los 16 aceptados por el vaticano, habría muchos lugares para comer, pero nos equivocábamos, era hora de almorzar y no había nada. Un adulto con hambre espera, pero una bebé que no ha cumplido los dos años y niños en crecimiento no esperan mucho. Afortunadamente, encontramos un lugar donde se apiadaron de nosotros y nos prepararon unos sandwich los cuales agradecimos de corazón.
No hemos salido del asombro ni entendemos aun el porque en un lugar donde la Virgen se ha aparecido por un período de tiempo mayor (se apareció por 54 anos) es poco visitado. Casi no había nadie y el pueblo que alberga la Iglesia apenas se puede llamar una aldea. Igual, fue un momento muy especial pasado en familia, atravesando nuestra tercera puerta Santa (la primera fue en Montserrat en Barcelona, la segunda en Lourdes) y rezando un Rosario por las intenciones de todos los que la necesitan. ¿Qué mas se puede pedir?
Del Santuario de Laus nos dirigimos al Santuario de la Salette. Una manejada de más de tres horas subiendo picos de las montañas de los Alpes Franceses. No podían creer nuestros ojos el lugar en el cual nuestra Madre del Cielo había escogido aparecerse a dos pastorcitos sencillos. En medio de montañas majestuosas donde crecen flores silvestres de todos los colores (me hizo recordar a la serie de la Familia Ingalls cuando al comienzo las niñas corren bajando una pradera) aparece la hermosa basílica acompañada de un hotel para peregrinos. Mucha gente, de todas partes del mundo. Asistimos a la peregrinación de la noche y quedamos profundos después de un día de haber sido bendecidos con la visita a dos santuarios maravillosos.
A la mañana siguiente, luego de una breve discusión con Felipe donde me negué a empacar en un mini morral todo que seis personas necesitan para un día/noche (soy practica pero no tanto) asistimos a la misa en la basílica y luego dimos una buena caminada por las praderas de ese magnifico lugar. Al terminar un almuerzo demorado y costoso, emprendimos nuestro viaje hacia Paris. Al finalizar el primer trayecto de tres horas, decidimos parar en Beaun, un pueblo de la región de Burgundy (zona de maravillosos vinos). Nos quedamos a dormir en un "bed and breakfast" escogido a ultima hora pero siento en el corazón que nos llevo Jesús, pues fue perfecto para nosotros. Una pareja muy querida nos arrendó dos cuartos espectaculares, amplios y muy cómodos. Una piscina que los niños disfrutaron a sus anchas. Fue undescanso para todos muy agradable después de 5 días intensos y muy emocionantes pero también extenuantes por la cantidad de paradas en tan en corto tiempo.
El GPS dice que estaremos en nuestra próxima parada en 30 minutos. Será Paris por 13 noches. Añoramos tener de nuevo nuestro nuevo "hogar" donde podremos cocinar y sentirnos de nuevo como en casa, aunque como le dije a Valen en estos días que me comentó que extrañaba su casita de Chia: “Amor, en estos seis meses, nuestra casa será el mundo” Un abrazo y hasta la próxima! Pilar.