Cinco días inolvidables en el Aqua Mekong
Hace un año tuvimos con Pili el privilegio de estar a bordo del Aqua en el Amazonas, un espectacular crucero que navega las aguas del inmenso rio. Una experiencia memorable y exquisita para los sentidos, pero sobretodo especial en lo humano pues compartimos el viaje con una pareja de grandes amigos, Ella y Gerd y además en lo personal pude conocer de cerca a todo el equipo de la magnífica empresa que está marcando la pauta de excelencia en la industria de los cruceros de lujo: Aqua Expeditions.
Desde ese viaje, sabíamos que había un barco hermano, más grande y más nuevo en el Mekong, navegando entre Cambodia y Vietnam y cuando planeábamos nuestro viaje siempre tuvimos en nuestros sueños el poder repetir, en familia, la experiencia en este fascinante rio. Sinembargo, sabíamos que era un sueño difícil de cumplir por la edad de Guadalupe y por supuesto, siendo 6 se hacía más difícil. Sinembargo, ¡lo logramos!. En nuestro paso por Singapur, Francesco y Briggite, fundadores y dueños de esta gran empresa, nos invitaron a su casa a un BBQ delicioso un día después de mi cumpleaños, y la pasamos increíble, además, su hija menor preparó el ponqué más rico que me he comido en mi vida... un red velvet inolvidable.
En ese almuerzo Francesco nos dijo, "cuanto nos gustaría que pudieran navegar en el Mekong, voy a averiguar si hay alguna fecha que esté baja en ocupación y veremos que podemos hacer". Unos días después me llamó y me preguntó si podríamos abordar en Siem Reap en Cambodia el 25 de Noviembre, pues solo había un grupo de periodistas japoneses y dos parejas de México a quienes habían consultado y no les importaba viajar con niños pequeños. Nos emocionamos mucho, pero también pensamos en la logística y en la seguridad y aunque nos daba un poco de temor, sabíamos en el fondo que era una oportunidad que no podíamos dejar pasar. Accedimos felices y organizamos nuestros itinerarios para que todo cuadrara para poder embarcarnos en la que sería una de las travesias insignia de nuestra gran aventura.
Decidimos pasar 5 días en Siem Reap antes de abordar el barco. Nos quedamos en un hotel precioso, nos dedicamos a descubrir los imponentes templos y a conocer -y tratar de entender- la dolorosa historia del país, temas que documentaremos en otros blogs.
Se llegó el día, nos encontramos con un colaborador de Aqua en el Grand Hyatt de Siem Reap, quien nos acomodó en la van que nos llevaría al muelle. Después de un viaje de poco menos de 30 minutos llegamos a un puerto con mucho movimiento, del que saldría una lancha que nos llevaría al crucero que estaba en las aguas del Tonle Sap, un inmenso lago de más de 3.000 km cuadrados de extensión, en el que pasaríamos los primeros días de la travesía buscando el cauce del rio. Estábamos emocionados, el paisaje era hermoso y después de unos minutos de ir en la súper lancha, apareció a lo lejos, la silueta del barco. En la medida que nos acercábamos, se podía apreciar más su imponencia. La emoción aumento cuando pudimos ver a toda la tripulación (40 personas, para 40 pasajeros en su máxima capacidad) esperándonos en la puerta del crucero. Nos recibieron con un jugo delicioso y con una toallita helada con olor a limonaria, pero sobretodo con mucho entusiasmo y cariño. Al no ser común el tener pasajeros niños, toda la atención gravito sobre ellos, en especial en Manuel y en Guadalupe. Nunca olvidaremos el brillo en los ojos y la sonrisa de Manuel que expresaba una profunda felicidad.
Subimos emocionados a la cubierta del barco, en la que había un inmenso salón decorado con el más exquisito de los gustos y rematado en su extremo con un imponente y muy bien dotado bar. También tenía un salón de juegos con un futbolín italiano precioso que se robo la atención de Manuel y Juan Martin y en el que gozaron jugando, así como una selección maravillosa de juegos de mesa y una biblioteca con excelentes libros. Es tanta la atención al detalle, que pusieron en la biblioteca libros para los niños quienes pudieron disfrutarlos a lo largo del viaje. Frente al salón de juegos, había una sala de cine con 8 sillas deliciosas, cada una con su respectiva cobija y una fabulosa colección de películas. Se notaba en cada rincón el toque y el cariño de la familia Galli, quienes nos contaban que ellos mismos, junto a sus hijos, participaron en la decoración y en el alistamiento del barco. Salimos por la puerta al lado de bar a la terraza y nos encontramos con un atardecer inolvidable. Allí estaba una de las parejas de mexicanos, Benito y Angelita una hermosa pareja que estaba celebrando sus 50 años de matrimonio. Nos saludaron con cariño y simpatía y desde ese primer momento hubo un click especial con ellos. Nos contaron que venían con ellos su hijo y su esposa, Jose y Julia a quienes conocimos más tarde en el comedor y con quienes también, desde el primer momento, nos sentimos conectados de manera especial.
El comedor estaba en el segundo piso y al igual que el salón -en realidad, igual que todo el barco- estaba decorado impecablemente. La luz, la vajilla, los implementos de mesa todos escogidos con tiempo y sin afán para ofrecer a los pasajeros la más exquisita experiencia. La comida, ¡que decir de la comida! Perfecta en sabor y en presentación, exquisita y además preparada con un cariño que se notaba y la hacía extra-ordinaria. Como si fuera poco, el equipo de la cocina preparaba de manera anticipada la comida para Guadalupe y Manuel y la servían en la terraza. Pero si el comedor era hermoso y la comida exquisita, lo mejor de la experiencia gastronómica fue el servicio. Sencillamente impecable.
Dormimos deliciosa y cómodamente y debíamos madrugar para salir a conocer una remota aldea flotante en la mitad del lago, es decir en la mitad de la nada. Nos levantamos felices después de una noche maravillosa y me disponía a bañarme, sin muchas expectativas, pues daba por hecho que la ducha no sería la mejor pues en los barcos siempre están las limitaciones de espacio, presión y almacenamiento de agua. Pero que equivocado estaba, las duchas eran espectaculares. Amplias, con una presión deliciosa y temperatura perfecta. Siempre he dicho que comenzar el día con una buena ducha hace toda la diferencia y en este barco, fueron de las mejores del viaje.
La aldea flotante me dejó maravillado. Fue difícil asimilar como estas personas Vivian en un lugar tan remoto, sobre el agua por tantos años. Ya son tres generaciones de familias que se asentaron en estas aguas y han hecho de ellas su hogar.
Como parte de las actividades planeadas, vistamos también un santuario de aves precioso en el que pudimos ver bastantes especies de pájaros de todos los colores y tamaños.
Al otro día visitamos otra aldea flotante, pero esta mucho más grande. Vivian cerca de 10 mil personas y la actividad era absolutamente fascinante. Lanchas iban y venían por los "canales" creados por las filas de casas flotantes, todas de colores y muchas hasta con preciosos jardines, niños jugando, volviendo del colegio -también flotante-, gente comprando cosas, cargando sus baterías en estaciones de recarga o simplemente cortándose el pelo en la peluquería -flotante- local! Conocimos la fábrica de hielo de la aldea que resultó una pequeña industria fascinante. De ahí regresamos al crucero en Kayak y fue espectacular remar por esas aguas tranquilas a la hora del atardecer. Lo disfrutamos muchísimo.
Tambien hicimos un par de paseos en tierra, algunos en bicicleta y otros en tuc-tuc, el medio de transporte masivo más usado en Cambodia y Tailandia. Pedalear en medio de inmensos cultivos de arroz y descubriendo hermosos templos junto con Pili y los niños fue inolvidable.
Siempre regresábamos de la actividad al barco, a disfrutar de su grandeza y hermosura y a dejarnos consentir por un equipo humano que ha entendido a la perfección que la vocación de servir con amor y con cariño es lo que hace que una experiencia sea inolvidable. ¡Gracias infinitas a todos! . Resaltó las deliciosas partidas de Backgammon que disfrute con Pili, jugando en ese gran salón, con un buen vino y en la tabla de backgammon más espectacular del mundo!!!!
Debo escribir sobre lo especial que fue compartir el viaje con la familia Marin, los mexicanos que venían con nosotros. Fue un gusto conocerlos y compartir y estoy seguro que el destino cruzara nuestros caminos en el futuro de alguna manera, pues no sólo son personas maravillosas sino que realmente nos conectamos en lo importante y descubrimos que compartimos muchísimas cosas, intereses, experiencias y propósitos de vida. Amigos, si leen estas líneas les mandamos un gran abrazo esperando que nos podamos ver pronto.
Termino este escrito ratificando que nos sentimos afortunados y bendecidos de haber tenido esta gran oportunidad. Fueron 5 días y cuatro noches que quedaron "tatuadas en el alma". Nunca olvidare la tristeza que sentimos el día que nos despedían los tripulantes con el mismo entusiasmo con el que nos recibieron pero con el cariño creado en el compartir de este viaje inolvidable.
Francesco y Briggite, ¡Mil gracias!, no hay palabras para agradecer su cariño y hospitalidad.