14 de Julio
Pili anunció que escribiría sobre nuestra experiencia del 14 de Julio en París y con un poco de demora, acá la público. Espero que la disfruten.
Tenemos una buena red de contactos en la mayoría de países que recorreremos durante el viaje. Muchos de ellos son compañeros de la maestría que hice en Suiza en el 2002, otros son amigos colombianos que viven en algunos de estos países y otros son amigos de amigos que nos han recomendado. Siempre es bueno tener a alguien conocido para contar con las recomendaciones de un local y en algunas oportunidades acceder a algunos privilegios, a los que un turista común y corriente, simplemente no podría. Ese fue el caso de nuestra noche del 14 de Julio. Al llegar a París, llamé a Nathalie Vaque, gran amiga del MBA en Suiza quien vive en París hace muchos años y está casada con un violinista vietnamita que toca, nada más y nada menos, que en la Orquesta Nacional de Francia. Nos saludamos efusivamente por el teléfono y me pregunto si nos gustaría ir al gran concierto y a la celebración del 14 de Julio en los Champs de Mars frente a la Torre Eiffel en la zona VIP. Entusiasmado acepte la oferta, recordando que en 1994 con mis buenos amigos Chuck y Kenny, habíamos participado de esa celebración y desde entonces, no había visto yo un despliegue de pólvora tan increíble. Nathalie me indicó que me llegaría un email con un link donde tendría que registrarme. En efecto, el email llegó y procedí a hacer el registro que finalizó con el envío de las 6 boletas. Sinembargo, pensamos que sería mejor no llevar a Guadalupe por la hora y el "frío" por lo que recurrimos a los amigos de unos amigos en París con 4 hijos quienes nos refirieron a su babysitter, quien se haría cargo de Guadalupe.
Todo estaba organizado, hasta que el día de tan magno evento hable con Nathalie para coordinar los detalles de nuestro encuentro y me advirtió que por seguridad, el acceso se cerraría a las 7.30pm y que sería imposible entrar después de esa hora. Esto complicaba el plan, pues la babysitter solo podía llegar a partir de las 8pm, lo cual, en un principio, nos pareció perfecto pues el concierto estaba programado para comenzar a las 9.20pm y la pólvora a las 11.00pm. Analizamos la situación y las opciones eran o que Pili o yo nos quedáramos con Guadalupe o simplemente llevarla al evento. Optamos por la última y fue un acierto pues Guadalupe gozó con la música y aunque durmió buena parte de la pólvora, estoy seguro que también la disfruto. Pedimos un Uber Van pues había gran parte del servicio público cerrado y muchas calles alrededor del evento clausuradas para el tráfico por lo que ir con alguien que conociera bien las restricciones sería clave. Llegamos, nos toco caminar unas cuadras y pasar varios filtros de seguridad hasta que, finalmente, llegamos a la mesa de registro de invitados de la orquesta, nos encontramos con Nathalie y accesamos el privilegiado lugar justo en frente de un gran escenario y con la torre Eiffel de fondo.
Armamos nuestro picnic y nos sentamos a hablar con Nathalie y sus amigos mientras que disfrutábamos de las delicias que habíamos llevado.
A las 9.20pm, a plena luz del día comenzó un espectacular concierto con un programa maravilloso de obras clásicas exquisitas. En la batuta estaba, nada más y nada menos que Daniel Gatti y algunos de los cantantes que entonaron las arias y las obras líricas fueron grandes nombres entre los cuales vale la pena resaltar a Patricia Peribon y a Juan Diego Florez. El cierre no pudo ser más emotivo, pues la orquesta junto al coro de Radio France entonó las notas del tercer movimiento de la novena sinfonía de Beethoven, interpretación que puso mi piel de gallina. La orquesta finalizó su concierto con La Marsellesa, himno de Francia, que fue cantado con orgullo patrio por los más de 400 mil asistentes.
Tan pronto finalizó el concierto comenzó la pólvora. Wow. No hay palabras para describir el espectáculo. Parecía más un ballet que un show de juegos pirotécnicos. Cada nota de la música elegida con acierto venía acompañada de una explosión de colores coreografiada con precisión. Fueron más de 60 minutos de clásicos de la música francesa, clásica, jazz, rock, pop y hasta samba que parecieron más bien 10 minutos por lo grandioso y especial. La pólvora era disparada desde varias plataformas en el río y desde la torre misma que estuvo cerrada por dos días antes del espectáculo pues fue armada de miles de cañones desde los cuales detonarían el que ha sido, sin lugar a dudas, el más increíble y excepcional espectáculo de pólvora, música y luz que mis ojos han visto.
Todo el mundo feliz se dispuso a salir de manera ordenada pero en la medida en que avanzaban las cuadras se comenzó a sentir la multitud. No puedo negar que sentí algo de temor y que de manera afanada guié a los míos a caminar hacia la casa pues los trenes estaban a reventar y no había taxis disponibles. Fue una caminada de media hora. Llegamos cansados pero felices de haber podido estar presentes. Todos comentábamos el impacto que nos había causado tanto la música como la pólvora.
De pronto, a mi celular entró un whatsapp de Juan Pablo Neira preguntando con angustia si estábamos bien. Circulo un frío indescriptible por mis venas y me dispuse a abrir la página de BBC donde encontré las noticias de la tragedia de Niza. Tantas familias que como nosotros habían ido a celebrar, a entretenerse, a gozar ... ¿Para terminar así? Un dolor inmenso invadió mi alma y me pregunté si quizás habíamos sido imprudentes. Tal vez lo fuimos dadas las circunstancias.
Fue una noche de contrastes en la que gozamos con lo hermoso y admirable del ser humano y fuimos testigos de su capacidad de construir y de crear usando su ingenio y su capacidad y también nos lamentamos con lo miserables y desalmados que podemos llegar a ser.