El encanto de las librerías
Siempre he disfrutado visitar una librería. Pasar un rato recorriendo los pasillos, descubriendo libros y tomando algunos para hojearlos mientras tomo un café ha sido un plan que desde niño me encanta.
Mi abuelos paternos vivían en la 86 con 21 y recuerdo que buen plan era ir a comprar el pan en Pan Fino y entrar a la magnífica librería de OMA que dejó de existir hace muchos años. Nunca quise entender por qué habían cerrado ese lugar.
En mis viajes a Estados Unidos ambién era un plan fijo ir a un Borders o a un Barnes and Noble. La magnitud y el tamaño de estas siempre me deslumbró. Pero también he descubierto unas más pequeñas, como Bookworks en San Diego donde mi hermana trabajo varios años y conoció y se enamoro del hombre de su vida o Kitchen Arts and Letters una joya en el upper east side en Manhathan de solo libros de comida y cocina.Desafortunadamente, mientras que escribo estas líneas ni Bookworks ni Borders existen. Nunca quise entender por qué habían cerrado estos templos del conocimiento y de la diversión. Afortunadamente quedan algunas joyas pequeñas que siempre siempre son mas encantadoras y los Barnes and Noble que aunque carecen del encanto de las más pequeñas, siempre son un buen plan y aún visitó cuando voy a cualquier ciudad en Estados Unidos.
Una de las las experiencias más especiales en librerías la tuve en Buenos Aires cuando conocí la espectacular librería el Ateneo. Creo que nunca he estado en una librería tan hermosa. Vive en un viejo teatro adaptado para ser una imponente librería y el antiguo escenario es ahora un café maravilloso. Siempre que voy a Buenos Aires ir al Ateneo está en mi lista de cosas por hacer. Afortunadamente, aún existe. Espero que sea por mucho tiempo.
La semana pasada, en Porto, pudimos conocer otra preciosa librería, catalogada -al igual que el Ateneo- como una de las 3 más hermosas del mundo. La visitamos dos veces. La primera vez, fuimos aunque estuvieran finalizando unas obras de restauración que no permitían disfrutar de la hermosura del espacio. Además, estaba repleta, pues se ha convertido en un gran foco de turistas quienes más allá de su belleza van por qué en ella, JK Rowling, autora de Harry Potter, no sólo escribió parte de su primer libro, sino que la librería inspiró elementos de la historia [en particular sus escaleras]. Por eso es que ahora -créanlo o no- cobran 3 euros para entrar, los cuales son descontados de lo que se compre. ¡La librería adoptó esto pues se lleno de mirones curiosos que no compraban nada!
La segunda vez fue más complejo entrar pues fue el día que terminaron la restauración y que además, se lanzaría en la noche el último libro de Rowling. Las multitudes eran increíbles. Pero hice la fila para comprar unos libros a los niños, logré entrar y pese al gentío pude ver algo realmente hermoso. Como una imagen vale más que mil palabras, acá les dejo la foto que tomé.
Vale la pena resaltar que este edificio se diseñó y se construyó para ser una librería. Sin duda esto la hace bien especial.
La fachada es hermosa...
Pero lo que más me gustó del lugar fue que cuando salí, le pregunte a Manu, quien me acompañó a comprar sus libros: ¿te gustó esta librería? ... Y su gesto lo dijo todo:
Por su parte, Guadalupe, en medio del gentío, encontro su Spot para hojear sus libros. Y Juanma y Valen también pasaron felices.
Seguiremos haciendo fuerza para que estas y tantas librerías hermosas en el mundo no terminen cerrando como Bookworks o tantas otras pequeñas -y también grandes- que han tenido que cerrar sus puertas por las dinámicas del mercado...
Abrazo.
Felipe