Las terrazas

Hace varios años descubrí la magia de las terrazas. Por eso, estás se han convertido en un punto obligado de visita cuando viajo a alguna ciudad. No sé que es lo que tienen, pero siempre ofrecen una manera fresca de ver la ciudad. Tienen una magia especial que permiten disfrutar desde otra perspectiva el sitio que se visita. 

Aparecen en mi memoria varías maravillosas que he disfrutado con Pili como la del Círculo de Bellas Artes en Madrid o en el -lastima el nombre- Trump en Chicago. Otras, las disfruté en viajes de trabajo como las del W en Barcelona y en Santiago o las del Oberoi en Dubai. En estas y en otras, adquirí el gusto de encontrarlas y disfrutarlas. 

En este viaje pudimos disfrutar de una maravillosa con Juan Martín y Valentina en Barcelona desde la que pudimos ver un hermoso atardecer (foto de arriba) y una luna llena realmente espectacular y otra pequeña pero especial que pudimos visitar todos esta tarde en la plaza de Santa María Novella en Florencia -Wow, no la conocíamos ¡y que plaza!- . La vista del domo de la catedral y los techos y las calles de Florencia nos permitieron apreciar una ciudad distinta a la que se ve y se vive desde sus calles. 

Hoy desde esta terraza y mientras que me tomaba un delicioso Gin+tonic, me acorde de aquella escena de La Sociedad de los Poetas Muertos, en la que Robin Williams se para en la silla y le da una magnífica lección a sus estudiantes sobre la importancia de ver la vida desde otra perspectiva, desde otro ángulo, pues muchas veces nos enfocamos en el árbol y dejamos de ver el bosque. 

Pensé también que este viaje es como una terraza en nuestras vidas. Así como la ciudad es distinta desde estos puntos altos, nuestra vida, nuestra dinámica como familia y nuestro día a día también han adquirido una perspectiva diferente a la de nuestra vida normal en Colombia.  Somos los mismos, pero estamos viviendo y disfrutando nuestros días desde una perspectiva diferente. Una llena de magia y de experiencias que nos han permitido reflexionar y valorar lo que tenemos, a descubrir más íntimamente quienes somos y por tanto, a conocernos más, gozarnos más y disfrutar de momentos maravillosos. 

Termino expresando mis deseos para que quien lea estas líneas pueda encontrar su "terraza" para poder ver su vida y la de sus seres queridos desde lo alto, un poco alejados de la rutina y del día a día pues los frutos que deja y las recompensas que se atesoran en el alma y en la mente, son invaluables.