Misa de 5:00 en San Gimignano
Hola! Les escribo desde las afueras de Florencia donde alquilamos una linda casa en Settignano. Hoy visitamos a San Gimignano, un pequeño pueblo medieval rodeado por una gran muralla en la Toscana (mi region preferida); ¡que pueblito tan espectacular! Lleno de tienditas donde venden vinos, jabones, vajillas de colores y diseños típicos (con limones, gallos, flores), quesos y jamones. Todo muy artesanal. Por todos lados hay torres altísimas que nos explicaban, fueron construidas por las familias más ricas de esa época, buscando prestigio y poder (entre mas alta mas poder). Se consiguen unos Biscottis para morirse de la delicia al sumergirlos en el capuchino y para terminar probamos “los mejores helados del mundo” (eso dicen).
Como siempre, buscamos que el día estuviera organizado alrededor de la Eucaristía y conseguimos, en unalinda iglesia, misa de 5.
Ir a misa en este viaje no es como hacerlo en Chia cuando los niños están en el colegio y yo me escapo de Guadalupe para tener ese espacio que me gusta tanto. Ir a misa acá es toda una odisea: Siempre nuestras sillas tienen un par de morrales, cachuchas por todos lados, juguetes y colores. Felipe y yo tomamos turnos distrayendo a Guadalupe para que no haga ruido, pero vaya y dígale a una bebé de dos años que no grite cuando acaba de descubrir que el eco es mas fuerte en las iglesias grandes y espaciosas como las de acá. Adicionalmente, entre semana casi no hay personas en la misa lo cual hace mas evidente el ruido que hace nuestra hermosa “Upe” como se llama ella misma.
Veo a esas señoras de edad o las monjitas que pueden dedicar el rato de la Eucaristía para hablar con DIos de forma tan entregada y con una concentración total. Hoy el tema de distracción de Guadalupe fue el pintar leones, elefantes, bebes, hasta que se me ocurrió la brillante idea de darle un bombón que tenía en el bolsillo. Odio darle dulce a Guadalupe y menos con colorante, pero realmente sentí un enrome placer cuando se lo metió a la boca y no volvió a musitar palabra en toda la misa; Juan Martín me leyó el pensamiento cuando me dijo con cara de alivio y voz baja: “hay que comprar más de esos bombones”.
Pero este escrito no se trata de mis quejas acerca de lo poco atenta que puedo estar en la misa, se trata de que siento que mi vida es igual. Me gustaría pasármela orando como pide la Virgen Maria por las intenciones de todo el mundo, siendo siempre amable y amorosa tanto con Pipe como con mis niños, no sufriendo cuando encuentro la ropa de los niños tirada, o sintiendo mal genio cuando los veo conectados viendo videos por un rato largo. Me gustaría estar siempre alegre, agradecida y tranquila, estar mas pendiente de mis amigas y de mi familia.
Mi vida es tan distraída como mis idas a misa en este viaje…pero lo bueno, lo grandioso es que a Dios no le importa eso para nada. A El lo que le importa es que hicimos todo lo posible por estar en su Eucaristía para darle gracias por los innumerables beneficios que nos ha dado, que nos rebuscamos cualquier tipo de distracción para Guadalupe con tal de captar algo de lo que dice el Padre; así la celebración sea en Francés, Italiano o Portugués y no entendamos ni pío. En el fondo sabemos que nuestra alma si entiende y se alimenta. Que aunque mi genio me gane, mi perfeccionismo a veces me acelere y mis miedos me aturdan, El me ama como soy, a pesar de mi. El no me juzga porque no puedo estar 100% atenta ni 100% perfecta, El simplemente ve mi corazón sediento de hacer el bien y conociendo mi infinita fragilidad me dice que me ama.